La villa de Berbegal se alza sobre una plataforma elevada a 520 metros de altitud, lo que la convierte en un excelente mirador del Somontano y sus pueblos, de los Pirineos y de las llanuras monegrinas que se extienden al sur.
Sus orígenes son romanos: la calzada que unía las ciudades de Ilerda y Osca favoreció la creación de nuevos asentamientos al servicio de la vía como la Caum que dio origen a Berbegal.
El trazado de esta calzada en parte coincide con un tramo del Camino de Santiago, por el que transitaban los peregrinos que, procedentes de tierras catalanas, se dirigían a Compostela. Dicha ruta jacobea pasa junto a la ermita románica de Santa Águeda, obra del siglo XII recientemente recuperada. Parte de la belleza de este templo radica en la simplicidad geométrica de sus volúmenes exteriores.
La situación privilegiada de Berbegal hizo que los templarios erigieran aquí una fortificación que más tarde regirían los caballeros del Hospital. El llamado "Arco del Hospital" es el único resto conservado.
La iglesia románica de Santa María la Blanca se comenzó a construir en los primeros años del siglo XII como una gran iglesia de tres ábsides y tres naves cubiertas con bóvedas de medio cañón. En las primeras décadas del siglo XIII se completó con una gran torre-porche. Por los mismos años que se construía la torre, se adquirió un frontal para adornar el altar mayor, una magnífica pieza, única y excepcional conservada en el Museo Diocesano de Lérida.
La casa "Ferrando", hoy Casa de la Villa, responde al modelo de vivienda que se generalizó en el siglo XVI entre las clases acomodadas.
La fuente de San Gregorio, con abrevadero y lavadero, fue construida en el siglo XVI a las afueras, en el camino de Peralta de Alcofea, junto a la ermita del mismo nombre.
La fiesta del mayo que conmemora la llegada del periodo estival, todavía se celebra. La noche del Sábado de Gloria, un nuevo mayo es plantado en la plaza para sustituir al árbol del año anterior. El segundo fin de semana de julio celebra sus fiestas de verano.